La campaña al Desierto de 1833

 A pesar de todas las medidas defensivas tomadas a partir de 1828 por el gobierno de Buenos Aires para defender la frontera sur de la provincia contra las permanentes incursiones indígenas, dicha región, hasta  Bahía Blanca y Carmen de Patagones, permaneció bajo ataque, siendo en conjunto, y en momentos en que la ganadería seguía avanzando hacia el sudeste y centro de la provincia, por demás inestable e insegura.

 Tal situación impulsó a Juan M. De Rosas, a fines de su primer gobierno, a proyectar la que luego sería la expedición al Desierto de 1833, y sobre la cual hemos de referirnos brevemente puesto que la bibliografía sobre la misma es muy amplia. El plan consistía en dar una batida general de la pampa en un frente de 1.500 kilómetros, desde el Atlántico hasta el Pacífico, quedando luego reducido este hostigamiento al territorio nacional exclusivamente. Diversos factores hicieron que las expediciones que partieron de Mendoza y San Luis tuvieran que regresar rápidamente sin alcanzar los objetivos propuestos, y que Chile por razones políticas propias, no pudo participar. La campaña recayó así casi exclusivamente sobre el ejército de Buenos Aires, que provocó entre los indios un total de 3.200 muertos y 1.200 prisioneros, rescatándose a su vez alrededor de 1.000 cautivos y gran número de ganados. Se incorporaron a su vez, al memos nominalmente, 2.900 leguas cuadradas de territorios, lográndose en forma simultánea concretar y mantener la paz con las más importantes parcialidades del sudoeste de Buenos Aires y sur del río Negro. Los vorogas se mantuvieron desde entonces en la zona de Salinas Grandes. Lo cierto es que las tribus se avinieron a esta situación por el terror que había infundido el ejército, y esto permitió la perduración de una paz, solamente interrumpida por correrías de menor importancia; pero también es cierto que gran parte de las tierras “conquistadas” no fueron ocupadas, debido básicamente a la lejanía de los posibles centros de comercialización y porque el aislamiento en que se encontraban las eventuales poblaciones facilitaba el robo a pequeñas partidas.

 La documentación que se presenta fue la generada en ocasión de la citada campaña de 1833 y es del mayor interés, tanto para historiadores, geógrafos, meteorólogos, cartógrafos y estudiosos en general.

 Esto es así porque Rosas, con muy buen tino, decidió que la expedición fuera acompañada por Agrimensores, Pilotos y expertos en observaciones meteorológicas quienes produjeron una importantísima documentación. Así junto al diario de marchas y operaciones desde la Guardia del Monte hasta el río Colorado, confeccionado por el agrimensor Feliciano Chiclana, donde además de las novedades diarias quedaron asentadas las observaciones termométricas y astronómicas, se encuentran las observaciones realizadas por la goleta San Martín en su navegación del río Colorado, diversos derroteros, como el del cuartel general en aquel río hasta Carmen de Patagones, desde éste punto hasta Choele Choel, y planos como el parcial del río Colorado, el de la desembocadura del río Negro y de la península de San Blas. En fin, una importante documentación que se pone a disposición de los investigadores.

 

LEGAJOS DEL 01 AL 24.

Dr. Fernando E. Barba

DIARIO DE MARCHAS DE LA CAMPAÑA DE ROSAS AL DESIERTO. FONDO DEPARTAMENTO TOPOGRÁFICO 1821-1909

DIARIO DE MARCHAS DE LA CAMPAÑA DE ROSAS AL DESIERTO. FONDO DEPARTAMENTO TOPOGRÁFICO 1821-1909
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La campaña al Desierto de 1833

 A pesar de todas las medidas defensivas tomadas a partir de 1828 por el gobierno de Buenos Aires para defender la frontera sur de la provincia contra las permanentes incursiones indígenas, dicha región, hasta  Bahía Blanca y Carmen de Patagones, permaneció bajo ataque, siendo en conjunto, y en momentos en que la ganadería seguía avanzando hacia el sudeste y centro de la provincia, por demás inestable e insegura.

 Tal situación impulsó a Juan M. De Rosas, a fines de su primer gobierno, a proyectar la que luego sería la expedición al Desierto de 1833, y sobre la cual hemos de referirnos brevemente puesto que la bibliografía sobre la misma es muy amplia. El plan consistía en dar una batida general de la pampa en un frente de 1.500 kilómetros, desde el Atlántico hasta el Pacífico, quedando luego reducido este hostigamiento al territorio nacional exclusivamente. Diversos factores hicieron que las expediciones que partieron de Mendoza y San Luis tuvieran que regresar rápidamente sin alcanzar los objetivos propuestos, y que Chile por razones políticas propias, no pudo participar. La campaña recayó así casi exclusivamente sobre el ejército de Buenos Aires, que provocó entre los indios un total de 3.200 muertos y 1.200 prisioneros, rescatándose a su vez alrededor de 1.000 cautivos y gran número de ganados. Se incorporaron a su vez, al memos nominalmente, 2.900 leguas cuadradas de territorios, lográndose en forma simultánea concretar y mantener la paz con las más importantes parcialidades del sudoeste de Buenos Aires y sur del río Negro. Los vorogas se mantuvieron desde entonces en la zona de Salinas Grandes. Lo cierto es que las tribus se avinieron a esta situación por el terror que había infundido el ejército, y esto permitió la perduración de una paz, solamente interrumpida por correrías de menor importancia; pero también es cierto que gran parte de las tierras “conquistadas” no fueron ocupadas, debido básicamente a la lejanía de los posibles centros de comercialización y porque el aislamiento en que se encontraban las eventuales poblaciones facilitaba el robo a pequeñas partidas.

 La documentación que se presenta fue la generada en ocasión de la citada campaña de 1833 y es del mayor interés, tanto para historiadores, geógrafos, meteorólogos, cartógrafos y estudiosos en general.

 Esto es así porque Rosas, con muy buen tino, decidió que la expedición fuera acompañada por Agrimensores, Pilotos y expertos en observaciones meteorológicas quienes produjeron una importantísima documentación. Así junto al diario de marchas y operaciones desde la Guardia del Monte hasta el río Colorado, confeccionado por el agrimensor Feliciano Chiclana, donde además de las novedades diarias quedaron asentadas las observaciones termométricas y astronómicas, se encuentran las observaciones realizadas por la goleta San Martín en su navegación del río Colorado, diversos derroteros, como el del cuartel general en aquel río hasta Carmen de Patagones, desde éste punto hasta Choele Choel, y planos como el parcial del río Colorado, el de la desembocadura del río Negro y de la península de San Blas. En fin, una importante documentación que se pone a disposición de los investigadores.

 

LEGAJOS DEL 01 AL 24.

Dr. Fernando E. Barba